como no odie a nadie jamás,
eras solo un extraño,
y lanzaste mi vida a las brasas.
Que en las mismas llamas,
se inflame tu cuerpo y mueran tus mentiras,
donde quiera que te escondas,
donde quiera que huyas.
Que el castigo divino, y el odio de esta venganza,
te atrapen y destruyan en cualquier camino,
que tu estirpe sea peste, muerte, deshonra,
que tus ojos sean comida para larvas, ser podrido.
Que el disparo que en la espalda me diste,
te persiga hasta convertirte en polvo,
que la sangre de tus ancestros hierva,
y se pierda en el fondo del infierno.
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