sábado, 18 de octubre de 2008


Hoy contemplé los ojos más bellos
jamás creí encontrar tal cosa
los vi y creí estar en un lugar irreal
esa luz y vivacidad, solo esos ojos
jamás soñados, ni creídos pueden dar.

Creí realmente estar en un sueño
y también creí, con ilusión, jamás despertar
Creí envolverme en ellos por siempre, contemplarlos y disfrutar su calor.

Que vago pensamiento y que ironía al ver que eso no seria jamás, por más que quisiera luchar, al saber que esos ojos no tendrían comparación jamás, todo seguiría siendo sueño.

Y en un segundo contemplé las manos más bellas
tan finas, dulces, delicadas y frágiles, que belleza, casi comparable con aquellos ojos, y lo realmente hermoso e irónico de este bello encuentro, es que aquellas manos eran dueñas de los ojos y los ojos a su vez de las manos.

Pareciera que el destino y la vida quisieron ser bondadosos un segundo, para el siguiente, derrochar toda su ira, tus ojos eran consuelo, tus manos también, pero llevaban implícito dolor y amargura cuando las contemplaba.

Una parte de tus manos, la cual no podría describir por tal hermosura, traía consigo mi amargura, las ganas de reclamarle a la vida lo injusta que hoy era conmigo, ese pedacito de ti llevaba muy a pesar de mi, tu dicha, felicidad y realidad.

Un anillo en un segundo, puede significar tantas cosas y cuando es de un compromiso, significa aun más, el que tu tenías, como tus ojos y manos, significaban lo que tu eras y la mano que junto a la tuya se unía en mi presencia, ahondó mas el dolor que ya al contemplarte sentía.

Sabía que, aunque lo quisiera, jamás me vería en esos ojos y que jamás estrecharía esas manos como él lo hacía.

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